No hay título, hoy solo quiero despellejarme
Sus brazos se empaparon al mismo tiempo que lo míos con un corte fino, seco y rápido, el fluido rojo emanaba de las comisuras del susodicho corte y se deslizaba atrevida y delicadamente hacía la palma de mi mano... Suspiró... Suspiré y la miré a los ojos empapados en lágrimas, la serenidad de su mirada fue muy impactante, yo, permanecía serio... Ella sollozaba pero sin dejar de clavar sus enormes pupilas en mis achicados ojos, su sollozo era constante, ilustrativo y muy emotivo, me sorprendió que no rompiera a llorar en mis brazos, mientras pensaba esto, sus ojos pestañeaban rápido, el sollozo era cada vez más alto, cada vez más llamativo. Mientras, la sangre caía al suelo provocando un sonido demasiado desgarrador para mis sensibles oídos en aquellos momentos, quería llorar, pero no tenía la mínima intención de hacerlo.
Fui deshaciendo el nudo que mis dedos formaban con los suyos y me alejé ligeramente de su cuerpo, aparté la mirada de sus ojos y cerré los míos con fuerza, quería ver más luz que la que el flexo de la habitación me ofrecía, abrí los ojos al ser consciente de el contacto que me ofrecía el pañuelo que tímidamente intentaba limpiar mis brazos de ese líquido tan odioso como espantoso que era mi sangre, mi sangre...
Dicen que lo que de verdad vale de las personas es lo que llevan dentro, y si estoy podrido por fuera tanto como lo está mi sucia mente por dentro, no quiero saber lo asquerosa que debería ser mi sangre.
Le agarré el brazo evitando que siguiera cuando rompió a llorar frenética y desconsoladamente, yo, manteniendo la tranquilidad exterior, la abracé y la tumbe en la cama, limpié todo el estropicio mientras ella se calmaba, hasta que poco a poco acabo por dormirse, cuando esto sucedió la besé la frente y la susurré: "Adiós..."
Salí de la habitación con un grave nudo en la garganta, recuerdo correr, correr sin más... Recuerdo llorar, caerme al suelo... Recuerdo poco, no podía más, era demasiado "shock" para mí, era muy débil. Recuerdo alcanzar aquella colina, sin gente, sin nadie que me mirara ni nadie a quién mirar ni oír... Recuerdo pasar horas allí tirado, ahogándome en mis propias lágrimas, hasta que mi cabeza sufrió un momento de inflexión y me lancé colina abajo de un salto, notaba como cada piedra y ortiga se incrustaba en mi piel, recuerdo dolor, pero mucho alivio, cuando una roca del tamaño de mi cuerpo frenó mi caída... todo me dolía, gritaba, pero no de dolor, gritaba de satisfacción de admiración, pero también de asco hacia mi ser. Grité hasta quedarme sin voz, hasta que me desmayé y desperté en casa, en la cama, con un único pensamiento en mi mente...
"Ojalá aquella roca nunca me hubiese parado..."
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